La Misa de Bach

“La Misa de Bach es la pieza más difícil de la historia de la música”

 

Thomas Hengelbrock recala por primera vez en Barcelona en el ciclo ‘Palau 100 Bach’ el próximo 11 de diciembre de 2014.

Thomas Hengelbrock ha dirigido orquestas desde 1985, y hace casi 20 años que fundó su propia formación de cámara, la Balthasar-Neumann-Ensemble, para abordar todo tipo de música -aunque especialmente la del periodo barroco- según una lectura historicista. «Estoy convencido», explica Hengelbrock desde su oficina en Hamburgo, «de que la música suena más cálida y más perfecta si se toca con los instrumentos que existían en la época en que se escribió. No creo que nunca más vuelva a dirigir una formación con instrumentos modernos o cantantes con demasiado vibrato. Si no es así, no siento la música como auténtica».

El violinista y director de orquesta Thomas Hengelbrock.

Y de todo el repertorio que ha abarcado a lo largo de tres décadas, hay una pieza en especial que es para él como escalar el Everest, la Misa en Si menor de Johann Sebastian Bach, para la que el compositor alemán necesitó prácticamente media vida antes de darle el toque final. «Me sigue planteando muchos retos», admite. «Cada vez que la interpretamos se vuelve más complicada. Creo que es la pieza más difícil de toda la historia de la música». La Misa en Si menor es precisamente el motivo que trae a Hengelbrock a dirigir en Barcelona por primera vez con su ensemble, inaugurando el ciclo Palau 100 Bach en el Palau de la Música el 11 de diciembre. «Además, es el último concierto de la gira. He estado en Madrid dirigiendo óperas, pero en Barcelona no».

La Misa en Si menor fue una de las primeras obras que empezó a engrosar el repertorio de su grupo. «La tocamos por primera vez hace 20 años y no comprendí muchos de los aspectos de la pieza. No fue una buena interpretación. Y al repetir cuatro o cinco años después, tuve la misma sensación: la Misa es algo tan grande que parece imposible sacarle el máximo rendimiento». Fue entonces cuando la grabó, con la Freiburger Barockorchester, en 1997. «Pero desde hace unos años, cuando volvimos a salir de gira con ella, acabé más satisfecho. Si hay una música que haya marcado mi desarrollo como director, es ésta».

También incide Hengelbrock en la transformación humana que puede llegar a producir Bach. «A mis músicos lo primero que les digo es que recuerden que es música de iglesia, y que es un diálogo con lo divino. Y que no importa si creen o no en Dios, ya sea el dios cristiano o el musulmán: tienen que pensar en la idea de lo absoluto».

Hengelbrock recuerda que, en los últimos años, ha dejado de estudiar tanta música barroca como en los años 90, cuando se erigió como un digno rival de directores como Jacobs, Elliot Gardiner o Harnoncourt. «He regresado al repertorio romántico. Mi educación la tuve con la música de Brahms y Schumann, del cual he dirigido hace poco varias de las sinfonías». Recuerda que también ha vuelto a Mahler: su último disco en Sony Classics es la primera sinfonía, la Titán, al frente de la NDR Symphonieorchester de Hamburgo, de la que asumió la titularidad en 2011. «Y quiero reforzar mi compromiso con la música contemporánea. Al menos en Alemania se percibe que el público cada vez pide más música reciente. En Hamburgo, si tocamos algo de una compositora viva como es Sofia Gubaidulina, vendemos todas las entradas. Hay que hacer más esfuerzo pedagógico, hay que ser constante en la educación, pero la sociedad cada vez más acepta esta música».

En paralelo, seguirá esforzándose por conseguir que las piezas más conocidas suenen, en la medida de lo posible, distintas, incluso nuevas. En una de las últimas producciones de ópera en las que ha participado, un Don Giovanni en Baden-Baden en 2013 con Anna Netrebko y Erwin Schrott, Hengelbrock se permitía licencias en la partitura, como marcar silencios inesperados. «No hay que tocar una ópera como si fuera música de concierto, y con Mozart menos. Hay que reforzar el drama. Puedes alargar notas, puedes trabajar más el silencio, te puedes tomar esas libertades si se entiende mejor la historia». Con su Bach del Palau será lo mismo: nuevos matices para llegar a esa «divinidad universal».

Fuente: El Mundo.

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